Los que hemos
tenido un hijo, sabemos que pasado ese primer momento (que puede durar
segundos, horas, días… o meses) en el que no somos capaces de pensar, sino solo
sentimos y sentimos y sentimos… le hacemos una pequeña “ITV” a nuestro recién
llegado. Me refiero a una revisión pormenorizada de su anatomía. Nos fijamos en
que tenga todos sus deditos, nos fijamos en su nariz, en sus orejas, y hasta
empezamos a sacarle parecidos con algún familiar que con el paso de los años
quedarán en agua de borrajas.
En este
artículo vamos a tratar de poner un poco de ciencia en esta inspección, para
que esa revisión sistemática de nuestro pequeñín sea algo más que estética, o
al menos no solo estética. Espero que nos sirva para prevenir en él posibles
problemas ortopédicos, o al menos para poder enfocarlos de la mejor manera
posible, ya que su detección precoz nos permitirá poder consultar sobre ellos
al profesional sanitario correspondiente.
Empezaremos
por tanto por orden, de la cabeza a los pies:
CRANEO:
- “Bulto
en la cabeza al nacimiento”: algunos
bebés nacen con la cabeza abultada por un punto en concreto. Suele
tratarse de un acúmulo de sangre entre el cuero cabelludo y el hueso del
cráneo, y no afecta por tanto a su cerebro, por lo que ante todo hemos de
estar tranquilos. Se denomina caput
succedaneum si se trata de un liquido sanguinolento entre el cuero
cabelludo y la funda que recubre el cráneo (periostio) o cefalohematoma si se localiza
entre ese periostio y el hueso en sí. Se produce por algún tipo de
traumatismo durante el parto y es más frecuente en los partos
instrumentados, es decir, en los que se ha tenido que utilizar algún
dispositivo para extraer al niño como por ejemplo una ventosa. Su
resolución es espontánea aunque puede durar meses, pero si no se ha
diagnosticado inicialmente o aumenta de tamaño en los primeros días de
vida, hemos de consultarlo con el Pediatra, ya que aunque es normal que
esto ocurra, es importante asegurarnos de que no suponga ninguna
complicación para el bebé que en ningún caso sería de gravedad.
Izda: caput
succedaneum Dcha: cefalohematoma
- Cabeza
aplanada y giro de la cabeza a un lado: nos puede llamar la atención que
nuestro pequeño tiene la cabecita más aplanada por un lado, o por el
contrario que un lado de la nuca abulta más que el otro. Suele tratarse
de una plagiocefalia, una
deformidad del cráneo debida al mayor apoyo sobre uno de los lados en
estos primeros meses en los que el bebé pasa la mayor parte del tiempo
durmiendo. A veces prefiere ese lado porque es donde solemos estar
nosotros, o huye de una fuente de luz que le molesta, o por el contrario
se orienta hacia ella (una ventana por ejemplo). Es importante adoptar
medidas posturales lo antes posible, ponernos nosotros al otro lado, o
cambiarle a él de posición en la cuna con la cabeza hacia los pies por
ejemplo. También se comercializan cojines con un hueco en el centro para
evitar el apoyo en plano, aunque no siempre son útiles si el niño ya se
mueve mucho, y se pueden usar los cojines antivuelco para colocarlos casi
de lado apoyados sobre el lado que abulta más. Pero lo que es más
importante aún es asegurarnos de
que el movimiento de su cuello no está limitado, es decir, que no tiene
una “torticolis muscular” asociada (acortamiento de uno o varios músculos
del cuello), que sea la que le impide girar la cabeza hacia el otro lado.
Esto puede ser la causa también del aplanamiento, pero habitualmente es
la consecuencia. Hay que destacar que el número de niños con
plagiocefalia ha crecido exponencialmente desde que la Academia Americana
de Pediatría empezó a recomendar que los niños duerman boca-arriba para
evitar la muerte súbita, y aunque es una recomendación correcta, durante
el tiempo que el bebé está despierto, debemos ponerle también boca abajo,
para estimular su desarrollo sobre todo, además de prevenir la
plagiocefalia. Es importante consultar al pediatra no obstante, ya que un
número muy pequeño de casos tienen un aplanamiento porque los huesos de
su cráneo están fusionados (craneosinostosis).
TRONCO:
- Actitud en forma de “C”:
Podemos observar también que al tumbarle, adopta una forma de “C”, como si le hubiésemos sacado de un molde de croissant. Es precisamente eso, y se denomina “síndrome del niño moldeado” cuando además se asocia a plagiocefalia y a otras alteraciones a diferentes niveles (columna, caderas, rodillas o pies). Se relaciona con la postura en la que estaba colocado dentro del vientre de la madre, y se trata con medidas posturales y con fisioterapia.
CADERAS:
- Asimetría
de pliegues:
Todos hemos oído hablar que los
médicos se fijan en que los pliegues de las piernas de los bebés sean simétricos. Es importante observarlos boca abajo y traccionando suavemente de
sus piernas para alinearlas lo más rectas posibles. Es muy habitual que exista
asimetría en los pliegues situados bajo el culete, pero cuando además los
pliegues de las corvas no están a la misma altura, debemos de consultar, ya que
puede tratarse de una “oblicuidad pélvica” o de una “displasia del desarrollo
de la cadera”.
La primera de ellas consiste en el acortamiento por contractura de un
músculo del glúteo y se trata con ejercicios, y la segunda sin embargo implica
a la articulación en sí de la cadera, y precisa un tratamiento médico
especializado, a veces con una especie de arneses y otras con cirugía.
Los pies pueden adoptar dos posturas básicas dentro de lo que
consideramos “patológico”
- Pies talos:
Se encuentran posicionados hacia
arriba, incluso contactando el dorso del pie contra la pierna, y suelen además
dirigirse hacia fuera (talo – valgo). Suelen mejorar mucho con tratamiento
manual por el fisioterapeuta y por los padres cuando han aprendido a hacerlo
correctamente. Alguna vez necesitan férulas de yeso, pero no es lo habitual.
- Pies zambos:
Los tobillos se orientan hacia
abajo (en punta o en equino), las
puntas se colocan hacia dentro (en aducto),
y los talones se giran también internamente como si las plantas se miraran (varo). Esta deformidad suele ser más
complicada de tratar que los pies talos, pero en casos leves pueden tratarse
con manipulaciones y vendaje, otras veces requieren yesos, y en algunas
ocasiones incluso cirugía.
Y hasta aquí el resumen de
posibles descubrimientos que podemos intuir en nuestro recién nacido. Es
importante concluir que ante cualquier observación de este tipo hemos de
recurrir a nuestro pediatra de atención primaria que es quien valorará si
efectivamente se trata de algo diferente de la normalidad y definirá en cada
caso el tratamiento oportuno.
Dra. Carmen Mateos Segura
Médico Rehabilitador Infantil y
mamá